En cada época el poder político dominante se encarga de definir un mote descalificatorio, denigratorio e insultante. Crean así una categoría, grupo, o enemigo que se transforma -no solo para el poder político sino también muchas veces para la gente común- en la expresión de todos los males de la que se debe huir como la peste so pena de quedarse sin amigos y/o peleado definitivamente con el poder de turno.
En los años 70, la denominación de zurdo o subversivo más que una descalificación era directamente una condena de muerte o una invitación al exilio.
En el año 1982 lo peor que te podía pasar era ser tachado de inglés.
Durante décadas de gobiernos peronistas la tradición fue llamar gorilas a todos los opositores, pero este añejo y consagrado uso del nombre de nuestros primos primates para caracterizar a los contreras, finalizó en el 2008 cuando la crisis del campo dió lugar a la creación de una nueva denominación para los execrables: los destituyentes. Eran los destituyentes gente mala, antipopular, cipaya, derrotista, -presumiblemente llena de hectáreas de yuyos-, creyentes acríticos del discurso difamatorio los medios (excluyendo en esto de la difamación a Página 12 obvio) e incapaces de reconocer los méritos de la gestión “K” que en su momento los tuvo, sin duda.
Actualmente, post-elecciones, en pleno invierno gripal del 2009, aquellos que dudamos de las virtudes del modelo -no porque extrañemos a los milicos sino porque vemos con terror que la riqueza sigue tan desigualmente repartida como en la denigrada década del 90- y porque dia a dia comprobamos que la inflación no es la que publica el INDEC -y sabemos que esto perjudica fundamentalmente a quienes “el modelo” dice defender- pasamos a ser los que “no nos importa Honduras”.
En los años 70, la denominación de zurdo o subversivo más que una descalificación era directamente una condena de muerte o una invitación al exilio.
En el año 1982 lo peor que te podía pasar era ser tachado de inglés.
Durante décadas de gobiernos peronistas la tradición fue llamar gorilas a todos los opositores, pero este añejo y consagrado uso del nombre de nuestros primos primates para caracterizar a los contreras, finalizó en el 2008 cuando la crisis del campo dió lugar a la creación de una nueva denominación para los execrables: los destituyentes. Eran los destituyentes gente mala, antipopular, cipaya, derrotista, -presumiblemente llena de hectáreas de yuyos-, creyentes acríticos del discurso difamatorio los medios (excluyendo en esto de la difamación a Página 12 obvio) e incapaces de reconocer los méritos de la gestión “K” que en su momento los tuvo, sin duda.
Actualmente, post-elecciones, en pleno invierno gripal del 2009, aquellos que dudamos de las virtudes del modelo -no porque extrañemos a los milicos sino porque vemos con terror que la riqueza sigue tan desigualmente repartida como en la denigrada década del 90- y porque dia a dia comprobamos que la inflación no es la que publica el INDEC -y sabemos que esto perjudica fundamentalmente a quienes “el modelo” dice defender- pasamos a ser los que “no nos importa Honduras”.
A quienes quieran salir de tan dudosa categoría, les propongo que hagan lobby para enviarlo a Nestor K. a Honduras por un tiempito, estimo que unos 10 o 15 años serán suficientes.
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