Ya en los tiempos de Aristóteles en Grecia -año 365 ac- se distinguían algunos elementos necesarios para desempeñarse exitosamente en la ardua tarea de persuadir a los demás. Más allá del imprescindible ingenio de los oradores, la efectividad de los discursos dependía del manejo de la elocuencia y ésta tenía sus reglas: por una parte había elementos positivos que se recomendaba usar -eran la claridad, brevedad, concisión, sencillez y elegancia- y por otra se aconsejaba huir de los negativos: la pedantería, los ataques a las creencias y/o sentimientos de los interlocutores, las ofensas y frases groseras etc.
La imprenta y la generalización de los diarios permitieron que durante siglos los políticos pudieran reemplazar la elocuencia por una pluma vigorosa, pero en el siglo XX la radio -y luego con mucha mayor fuerza la televisión- volvieron a poner en primer plano a las habilidades retóricas.
Ya en ese entonces, la psicología se sumó a los aportes clásicos. Tan importante -algunos incluso dicen que es aún más importante- que el contenido y el estilo del discurso resultaba la actitud del orador, su talento para hablar con el corazón, parecer asertivo, establecer vínculos con los espectadores, escucharlos en forma activa, trasmitir su liderazgo, escudriñar los intereses del público, un buen remate ... ¡Tener onda dirían los adolescentes de hoy!
Para fines del siglo pasado, la tiranía de los tiempos televisivos hacía que los persuasores que manejaban fluidamente las 117 figuras de la retórica fueran habitualmente relegados por quienes tenían una gestualidad convincente o “daban bien” en cámara. La elocuencia pasó a segundo plano pero a nadie le importaba demasiado ya que casi todos sabían que los avisos (no había tiempo para discursos) eran redactados por especialistas en la materia.
En la actualidad, tanto la elocuencia como la imagen -e incluso el liderazgo- han perdido importancia pues en esta época hipermediática los formadores de opinión disfrutan de las 5 “I”:
La INTERPRETACION
El posmodernismo nos enseñó que no hay verdades ni mentiras sino tan solo interpretaciones. Hay múltiples interpretes que tienen medios a su disposición para interpretar y a su vez ser reinterpretados en la interpretación de sus interpretaciones.
La INVENCION
Todos son sabios con el diario de ayer o dicho de otra manera: Se tiene una casi infinita posibilidad de remendar los desaciertos inventado variantes, conspiraciones, excepciones, omisiones, malas interpretaciones etc que si no dan la victoria al menos arañan un empate.
La INTENCION
Ante resultados desastrosos a los responsables siempre les cabe la posibilidad de recordar que no era esa su intención. Como si fueran chicos, con toda sinceridad nos dicen “lo hice sin querer” y entonces como adultos no se hacen cargo pues -dado que siempre nos han hablado con el corazón- deberíamos tener en cuenta sus deseos, aspiraciones y motivaciones más que sus logros o -como ocurre más frecuentemente- la falta de éstos.
La IMPRONTA
En el siglo XIX hubiéramos dicho "la IMPRENTA", pero hoy hay mucho más que textos. Conscientes de que una imagen vale por mil palabras, hablan -ya no para el bronce sino- para una primera plana o una tapa de revista o la menos para aparecer en un programa de chimentos. ¡Lo importante no es lo que dicen, ni como lo hacen, ni lo que se dice de ellos, sino que hable o mejor aún: que se los muestre!
La INIMPUTABILIDAD
Una de las paradojas de nuestra sociedad de la información es que prácticamente se han perdido las posibilidades de verificación. Entre tantas opciones informativas -o desinformativas- interpretaciones y/o revisiones todo es tan solo un discurso más. Los desparecidos están paseando por Europa, el Holocausto no existió, cada dos años Marte se acerca a la Tierra, hay decenas de especies de aliens viviendo en el planeta, el horóscopo nuestro de cada día nos lo dan en las variantes tradicional, marsellés, azteca o china.
No solo en política sino prácticamente en todos los temas abundan los mentirosos, delirantes y tarados a quienes nadie le puede pedir cuenta de sus dislates ya que las pocas voces que se elevan para decir basta de pavadas … ¡son solo una interpretación más!
Noticias Falsas podría llegar a las 7 “i” -por ejemplo añadiendo la impaciencia y la imbecilidad- pero hará honor a los clásicos y privilegiará la concisión.
La imprenta y la generalización de los diarios permitieron que durante siglos los políticos pudieran reemplazar la elocuencia por una pluma vigorosa, pero en el siglo XX la radio -y luego con mucha mayor fuerza la televisión- volvieron a poner en primer plano a las habilidades retóricas.
Ya en ese entonces, la psicología se sumó a los aportes clásicos. Tan importante -algunos incluso dicen que es aún más importante- que el contenido y el estilo del discurso resultaba la actitud del orador, su talento para hablar con el corazón, parecer asertivo, establecer vínculos con los espectadores, escucharlos en forma activa, trasmitir su liderazgo, escudriñar los intereses del público, un buen remate ... ¡Tener onda dirían los adolescentes de hoy!
Para fines del siglo pasado, la tiranía de los tiempos televisivos hacía que los persuasores que manejaban fluidamente las 117 figuras de la retórica fueran habitualmente relegados por quienes tenían una gestualidad convincente o “daban bien” en cámara. La elocuencia pasó a segundo plano pero a nadie le importaba demasiado ya que casi todos sabían que los avisos (no había tiempo para discursos) eran redactados por especialistas en la materia.
En la actualidad, tanto la elocuencia como la imagen -e incluso el liderazgo- han perdido importancia pues en esta época hipermediática los formadores de opinión disfrutan de las 5 “I”:
La INTERPRETACION
El posmodernismo nos enseñó que no hay verdades ni mentiras sino tan solo interpretaciones. Hay múltiples interpretes que tienen medios a su disposición para interpretar y a su vez ser reinterpretados en la interpretación de sus interpretaciones.
La INVENCION
Todos son sabios con el diario de ayer o dicho de otra manera: Se tiene una casi infinita posibilidad de remendar los desaciertos inventado variantes, conspiraciones, excepciones, omisiones, malas interpretaciones etc que si no dan la victoria al menos arañan un empate.
La INTENCION
Ante resultados desastrosos a los responsables siempre les cabe la posibilidad de recordar que no era esa su intención. Como si fueran chicos, con toda sinceridad nos dicen “lo hice sin querer” y entonces como adultos no se hacen cargo pues -dado que siempre nos han hablado con el corazón- deberíamos tener en cuenta sus deseos, aspiraciones y motivaciones más que sus logros o -como ocurre más frecuentemente- la falta de éstos.
La IMPRONTA
En el siglo XIX hubiéramos dicho "la IMPRENTA", pero hoy hay mucho más que textos. Conscientes de que una imagen vale por mil palabras, hablan -ya no para el bronce sino- para una primera plana o una tapa de revista o la menos para aparecer en un programa de chimentos. ¡Lo importante no es lo que dicen, ni como lo hacen, ni lo que se dice de ellos, sino que hable o mejor aún: que se los muestre!
La INIMPUTABILIDAD
Una de las paradojas de nuestra sociedad de la información es que prácticamente se han perdido las posibilidades de verificación. Entre tantas opciones informativas -o desinformativas- interpretaciones y/o revisiones todo es tan solo un discurso más. Los desparecidos están paseando por Europa, el Holocausto no existió, cada dos años Marte se acerca a la Tierra, hay decenas de especies de aliens viviendo en el planeta, el horóscopo nuestro de cada día nos lo dan en las variantes tradicional, marsellés, azteca o china.
No solo en política sino prácticamente en todos los temas abundan los mentirosos, delirantes y tarados a quienes nadie le puede pedir cuenta de sus dislates ya que las pocas voces que se elevan para decir basta de pavadas … ¡son solo una interpretación más!
Noticias Falsas podría llegar a las 7 “i” -por ejemplo añadiendo la impaciencia y la imbecilidad- pero hará honor a los clásicos y privilegiará la concisión.
En realidad, me parece que ese cambio que notas ocurre solo en las formas.
ResponderEliminarPor empezar, esas 5 guias clasicas, me suenan muy parecido a esos "manuales" que se ensenian en los claustros que explcan "que se debe hacer", pero que nadie aplica en la realidad. Por ejemplo, eso de "quosque tandem Catilina abutere patientia nostra" no se condice con el deseo de "huir de los negativos", no?
Quizas la esencia de la humanidad no ha cambiado tanto en este tiempito, solo la forma en las cuales se expresa.
En este sentido, la "revolucion" tecnologica que vivimos es la facilidad de poder expresarnos. Todos, cualquiera, puede expresar una idea, dar un comentario, argumentar, etc. Como era de esperar, el 99.9999% de lo que se publica o emite es como este mensaje mio: burdo, sin elaboracion, pero emitido como si tuviera sentido.
Quizas el problema es que estamos acostumbrados a valorar las emisiones de comentarios aun bajo la tecnologia prevalente un tiempito atras. Por ejemplo, aun tendemos a leer a los diarios como si reflejaran la realidad, y no como formas de entretenimiento (eso si, a traves de un formato de noticias y comentarios).
Y esto ocurre a pesar que los diarios NUNCA reflejaron la realidad! A lo sumo, mostraban una mirada de la realidad a traves de los ojos (ideologia, como se decia en los 70) de los periodistas y duenios del diario. Y sin embargo..
Esto es: yo no creo que las cosas hayan cambiado en el fondo, solo en las formas. Y en este caso, solo en la tecnologia que ha masificado y atomizado la comunicacion en la sociedad. Esta tecnologia ha hecho que la cantidad de gansadas sin mayor elaboracion (como esta mia) o los intentos de convencer al lector sean mas globales, generalizados, y patentes que antes.
PERO, aun sigue habiendo gente que da y brinda comentarios e ideas mas pensadas, mas elaboradas. Solo que esas ideas no hay que buscarlas ni en los diarios, ni en la TV (aunque aun exista en la sociedad la idea que es ahi donde deben estar). Hoy dia hay algunos poco medios mas especializados, o blogs que presentan comentarios e ideas pensadas. Son pocos, pero hay.
Para mi, es como decia Rattin: Nihil novus sub sole.