Solemos pensar que algunas cosas cambian y que otras son permanentes.
Así nadie se asombra de que la forma de vestirse cambia -más allá de las estaciones- meramente por una cuestión de moda, entendiendo por ésta lo que dice la RAE: “una costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país”.
Pero las modas no solo afectan al vestuario, también cambian las costumbres, valores, preferencias políticas -¿se acuerdan cuando estaba de moda ser conservador?- y el variopinto universo de creencias validadas por la fe, el terreno al que algunos llaman espiritualidad.
Muchos preferirían pensar que lo espiritual está más allá de las modas, que es algo permanente, algo que por su importancia y profundidad no puede ser alterado por los vendedores de ilusiones, pero no es así.
Las iglesias bien saben que LA FE PUEDE CAMBIAR DE RUMBO O EVAPORARSE, así que emplean todos los recursos a su disposición para evitar desvíos, huidas o malas interpretaciones. Estos medios incluyen escolaridad en todos los niveles -desde el jardín de infantes hasta posgrados-, prédicas cotidianas –sermones, homilías, encíclicas-, realización de actividades comunitarias, uso de los medios de comunicación etc. etc.
Sin embargo y pese los esfuerzos de las religiones tradicionales, en América Latina se verifica un continuo drenaje de fieles que abandonan las iglesias y van a saciar su sed de espiritualidad, guía, consuelo, comunión con los vivos o muertos, participación social y/o afirmación doctrinaria, respuestas a sus dudas físicas y metafísicas, pertenencia, confirmación de sus derechos a estar en el paraiso y demás necesidades con los personajes de la moda new age: los siempre listos swamis, lamas, sri sri, spiritual trainers, y tantos otros que para resumir apodaremos gurús.
Este rol -el de gurú- fue inaugurado por los hindúes y sus descendientes (Krishnamurti, Chopra, Sai Baba, Osho, etc) y en Latino América fue inicialmente representado por los candorosos Hare Krishna. Más tarde, los occidentales copiaron -y sofisticaron el modelo amén de incluir a los chamanes, umbandas y demás brujos naturales de estas tierras- y actualmente compiten eficazmente con los iluminados importados de oriente. Pueden escuchar el mantra Om Mani Padme Hum para meditar mientras terminan de leer la nota.
Noten que hablamos de modas, roles y competencia, conceptos aparentemente más ligados a las costumbres y a la oferta y demanda antes que a la fe. ¿Existe una moda o mercado para los gurús? ¿Hay productos que éstos deban a vender? La respuesta a ambas preguntas es SI.
En las próximas tres entradas, Noticias Falsas les brindará un resumen de las premisas cuya práctica permitirá que ustedes, amables lectores, ingresen exitosamente a la lucrativa industria de servicios espirituales o por lo menos, ahorrarán el tiempo y el dinero de la lectura de las biografías y textos de los gurús. Además, podrán constatar que los métodos y afirmaciones de los captores de almas sedientas de espiritualidad se repiten con muy pocas variantes.
¡No se pierdan el curso!
¿Se acuerdan de los pelados disfrazados?
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